Después de la introducción de la semana pasada, entramos ahora en harina con los grandes temas.
Las políticas fiscal y monetaria están pensadas sobre un escenario de recesión global o aterrizaje duro motivado por la reducción de liquidez en respuesta a la ola de inflación de 2022. El miedo a un rebrote inflacionario pesa aún demasiado sobre la FED y todavía indicador adelantadoduda en iniciar un nuevo ciclo de liquidez al alza. Mientras tanto, las luces rojas se encienden sobre el tablero de mandos:
Difícilmente la economía entrará en recesión antes de las elecciones, pero está claro que ha iniciado una etapa de debilitamiento a la espera de un catalizador que desencadene la crisis. Lo razonable sería pensar en un evento de deuda soberana que obligue a hacer recortes, lo que sería contractivo y deflacionario. No obstante, si éste escenario no se diera y sólo hubiera un aterrizaje suave, lo pagaríamos con una inflación por encima del 3%.
Juan Ramón Rallo estima un incremento anual adicional del PIB del orden del 0,35% por el efecto de estas políticas:
Fuera de Estados Unidos esperaríamos una economía mundial débil y comercio internacional a la baja, con un dólar cada vez más débil y unos aranceles que dificultarán la exportación hacia USA. Posibles fuertes movimientos en el Forex motivados por decisiones políticas exigirían coberturas por riesgo de divisa. España dependerá cada vez más del turismo y del gasto público; de fallar alguno de estos dos pilares, la crisis estará servida. Más información en Los cinco pilares de la política económica de Donald Trump.
En política exterior, su objetivo es concentrar alianzas en la región Asia-Pacífico en detrimento de Europa, lo que supondrá un incremento global en gastos de defensa. No es sorprendente, si entendemos qué parte del mundo está generando actualmente el mayor PIB. Aunque los medios de comunicación intentarán reflejar a Donald Trump como un belicista incurable, su política exterior busca parar la guerra de Ucrania y disuadir a China de aventuras imperialistas, lo que -de dar resultado- librará al mundo de una de sus peores experiencias. Eso sí, el riesgo de que algo salga más se verá incrementado durante su mandato. George W. Bush también era aislacionista y tras el 11 de septiembre le cogió el gusto a invadir países…
Ante el abandono americano, Europa deberá incrementar su gasto en defensa a riesgo de una mayor contestación social en 2025 y siguientes. Máxime si la previsible caída de ingresos fiscales, unido al ajuste del déficit ya exigido por Bruselas, ponen al gobierno ante el dilema (aumento de la prima de riesgo vs. pérdida de prestaciones sociales).
La visión sobre la inmigración no cambiará un milímetro de lo que ya conocíamos: aislacionismo y estrategia del palo y la zanahoria con los países americanos. Es probable que la inmigración se reduzca, más cuanto mayor sea la esperada recesión, por lo que este punto no parece que le vaya a dar muchos dolores de cabeza. En el lado europeo, Reino Unido, Suecia, Bélgica o Francia representan graves amenazas sistémicas que, por ahora, no están siendo correctamente respondidas. Cabría preguntarse por qué no sucede lo mismo en Suiza…
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